Pasar la vida tratando de armar frases armoniosas, evitando disonancias, no nos libra de hacer juicios sobre las cositas de este mundo. Es algo que desde siempre nos acecha.

Y para muchos, quedarse despierto, de bruces, en medio de la noche, está muy distante de cualquier placer.

La noche es el hado de los esperanzados, la reflexión libre de sesgos, el auto reproche, el listado de lo no hecho,  lo que ha de hacerse.

Es difícil no sentirse elegíaco por este tiempo perdido de la noche

La oportunidad que pierden los modernos durmientes que lanzan la pesadumbre de las sábanas al café, sólo tienen que esperar lo suficiente para la hora de su acto.

Nosotros, los afortunados privados de las pausa, no experimentamos este comienzo de la vida, la estupefacción del despertar a una nueva existencia, pareciera que hemos vivido siempre.

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